Déjale que hable de sí, que te desvele secretos, que desvista su alma. Y tú a cambio mantente a una ligera distancia mística, siendo una vez afable, otra vez un poco menos. Esto le hará sentirse confuso, inseguro y sorprendido. Le hará dar el primero de los pasos. Justo lo que habías ido persiguiendo.
